viernes, 25 de noviembre de 2016

LA LLUVIA

   La lluvia arrecia por la calle Francos mientras la noche adormece la conciencia de ruina. Quizás haya humanos al otro lado de la oscuridad. Todo cambia, nada permanece, decía Heráclito. Y nada quedará, pensamos los habitantes de una ciudad clausurada, abatida por la desidia y el desconcierto. El agua fluye por el río de las miserias, el río del olvido. Tarde o temprano reconoceremos la mirada de los cimientos. Quizás sea tarde, entonces, para imaginar. La lluvia arrecia por la plaza Plateros, y los adoquines brillan con el esplendor de siempre, de antaño. Pero ya no habrá sitio para las comedias ni las tragedias. No lo merecemos.